F.S.M.
Quedan atrás los días en los que se decía que el sistema bancario español gozaba de una inmejorable salud y de una solidez que no se encontraba en ninguno de nuestros vecinos europeos. Las cajas de ahorros han entrado en una temible espiral en la que cada noticia que aparece nueva y que versa sobre ellas provoca un pequeño terremoto en sus infraestructuras que hace que su imagen quede aún más deteriorada y que tanto inversores como clientes confíen cada vez en menor medida en ellas.
Su situación pasaba desapercibida hace tres años. Se ignoraba su excesiva exposición al mercado inmobiliario -con los riesgos que esto conlleva- su opacidad informativa y los deplorables papeles que desempeñaban los políticos en ellas, que generalmente las usaban como instrumentos para servir los intereses de sus propios partidos.
El lunes, el diario socio-económico elEconomista sacaba a la luz que el número de prestamos a los consejeros de las mismas cajas de ahorros en condiciones privilegiadas había aumentado un 44 por ciento mientras que se había reducido el crédito a las Pymes y la concesión de hipotecas. Esto es solo un ejemplo más de la situación que viven las cajas, y que es fruto de varios motivos.
En primer lugar la tardanza por parte del Gobierno en su intervención en el caso. Son ya tres los años que han pasado desde que comenzara la crisis, y ha sido hace este verano cuando se han empezado a tomar las primeras medidas para intentar solucionar los problemas que les atañen.
También se debe mencionar que las medidas tomadas no son las adecuadas. No logran sanear a estas entidades, ni se ataja el problema de raíz. Además, tampoco han logrado reabrir la financiación ni han conseguido fortalecer el sistema financiero español, que era lo que se pretendía con los SIP.
Y por supuesto no se debe olvidar que con la fusión de cajas se incurre en un problema de concentración oligopolística, que puede conllevar a la exclusión financiera de muchos clientes por el encarecimiento del crédito.
Por tanto, aunque se haya logrado controlar el rol que los políticos juegan en las cajas, en el horizonte surge una pregunta de difícil respuesta: ¿qué futuro les espera a las cajas?
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