F.S.M.
El horizonte del mercado laboral se está viendo cada vez más amenazado por la cifra de cinco millones de parados. Según el Ministerio de Trabajo, en el mes de febrero aumentó el número de personas inscritas en los servicios públicos de empleo en 68.260 personas. Este incremento supone elevar a 4.299.263 los parados totales en nuestro país.
Pero este dato, por muy alarmante que parezca, sólo representa una estratagema por parte del Gobierno para maquillar la realidad, ya que existen cerca de 500.000 personas más que no tienen trabajo pero que no aparecen en las listas como desempleados por, entre otros muchos motivos, estar recibiendo cursos de formación o ser beneficiarios de ciertos subsidios.
Sin duda son cifras que trasmiten pesimismo al ciudadano y más aún, si se tiene en cuenta que los efectos de la polémica reforma laboral aprobada por el Gobierno en junio de 2010 deberían haber empezado a dejarse sentir hace ya algunos meses.
En el mes de febrero el volumen de contrataciones se redujo en 104.601 respecto al mes de enero, lo que supone un síntoma, cuanto menos, representativo de la situación que viven los oferentes de empleo en la actualidad, que siguen mostrando un claro rechazo al contrato de 33 días fomentado por el ejecutivo.
Todos estos datos se ven aderezados con la cifra de afiliados a la Seguridad Social, que también se redujo en 225.257 personas en febrero.
Y lo peor de todos estos datos es el panorama que dejan entrever a los jóvenes demandantes de trabajo. Y es que las condiciones para crear empleo son inexistentes y menos si se tienen en cuenta el resto indicadores económicos que golpean a la economía española. Con la ausencia de crédito existente, el aumento de los impuestos, la atonía en el consumo causada principalmente por la reducción de los salarios a los funcionarios y el bloqueo a la inversión, tanto pública como privada, lo único que se logra es aumentar la incertidumbre.
Como contrapunto se ofrece la reducción del déficit, pero con un enorme coste: la gran desaceleración de la economía y el desplome de la creación de empleo. Las consecuencias: un panorama nada halagüeño para los españoles dispuestos a trabajar en los próximos meses.
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