F.S.M.
Era algo inevitable. Portugal había estado remando a contracorriente durante los últimos meses para intentar evitar un rescate de su maltrecha economía por parte de la Unión Europea, pero todo su esfuerzo ha sido en balde. José Sócrates, su presidente interino, así lo hizo saber la semana pasada a las autoridades pertinentes para que se activaran los mecanismos correspondientes en estos casos.
Aunque por motivos distintos, el gobierno luso sigue los pasos de otros países periféricos que también han precisado la ayuda económica de Europa como son Grecia e Irlanda. Se había intentado evitar por aquello de la humillación y la pérdida de soberanía que supone la intervención comunitaria, pero era algo anunciado, y la coherencia ha acabado por imponerse.
La crisis política desatada tras la dimisión del presidente del país, José Sócrates, al no ver aceptadas en el parlamento las medidas propuestas por Fernando Teixeira, su ministro de finanzas, ha contribuido negativamente al desarrollo de los acontecimientos. Tras ella, la rentabilidad del bono a cinco años llegó a situarse en las proximidades del 10 por ciento y en el 8,76 por ciento a diez años. Con estos datos, la prima de riesgo del país luso respecto al 'bund' alemán se colocó por encima de los 535 puntos básicos, dando lugar a una situación insostenible en la que la intervención era algo inevitable. Pero, ¿cuáles son los detalles del rescate? ¿en qué medida aportará nuestro país su dinero? ¿qué le espera ahora al país vecino?
En primer lugar, hay que destacar las imposiciones que la Unión Europea ha puesto para que el gobierno luso pueda aceptar la ayuda económica. Se deberá aceptar un plan de ahorro más exhaustivo que aquel que fue desencadenante de la actual crisis política que ahora vive Portugal. Además, las medidas han de gozar del consenso de todos los partidos políticos, para que el gobierno que gane las elecciones que se celebrarán el próximo mes de junio acepte la propuesta y no se vea alterado el plan independientemente de quien gane las elecciones.
En el proyecto de ajuste irá incluido un amplio conjunto de privatizaciones y un plan de consolidación fiscal que se debió haber acometido con anterioridad.
El montante económico que recibirán las autoridades portuguesas rondará los 80.000 millones de euros y empezará a ser aplicado una vez que se llegue a un acuerdo sobre las principales decisiones que se tomarán para solucionar los problemas, es decir, a finales de mayo o principios de junio.
La exposición de los bancos españoles a la deuda portuguesa es de las más abultadas, sólo superada por la de los bancos alemanes, en total alcanza los 6.500 millones de euros. Por ello el rescate ha sido bien aceptado por las entidades financieras españolas, que lo consideran una garantía del cobro del dinero que han aportado más los intereses correspondientes.
Por ahora los mercados han hecho caso omiso del posible contagio que se pueda producir a países como el nuestro en situaciones de este estilo, y aunque las posibilidades son remotas, las autoridades europeas pertinentes han instado a España a que no baje la guardia y se mantenga alerta.
En primer lugar, hay que destacar las imposiciones que la Unión Europea ha puesto para que el gobierno luso pueda aceptar la ayuda económica. Se deberá aceptar un plan de ahorro más exhaustivo que aquel que fue desencadenante de la actual crisis política que ahora vive Portugal. Además, las medidas han de gozar del consenso de todos los partidos políticos, para que el gobierno que gane las elecciones que se celebrarán el próximo mes de junio acepte la propuesta y no se vea alterado el plan independientemente de quien gane las elecciones.
En el proyecto de ajuste irá incluido un amplio conjunto de privatizaciones y un plan de consolidación fiscal que se debió haber acometido con anterioridad.
El montante económico que recibirán las autoridades portuguesas rondará los 80.000 millones de euros y empezará a ser aplicado una vez que se llegue a un acuerdo sobre las principales decisiones que se tomarán para solucionar los problemas, es decir, a finales de mayo o principios de junio.
La exposición de los bancos españoles a la deuda portuguesa es de las más abultadas, sólo superada por la de los bancos alemanes, en total alcanza los 6.500 millones de euros. Por ello el rescate ha sido bien aceptado por las entidades financieras españolas, que lo consideran una garantía del cobro del dinero que han aportado más los intereses correspondientes.
Por ahora los mercados han hecho caso omiso del posible contagio que se pueda producir a países como el nuestro en situaciones de este estilo, y aunque las posibilidades son remotas, las autoridades europeas pertinentes han instado a España a que no baje la guardia y se mantenga alerta.
Y es que, no hay que olvidar que mostramos síntomas que tenían los países que han sido intervenidos. En primer lugar acarreamos durante un largo periodo déficits cuantiosos que lastran nuestro crecimiento, como ocurría en Portugal y Grecia. Y en segundo lugar sufrimos graves reducciones de productividad en las épocas de bonanza económica, como Portugal. Esperemos que los mercados no nos señalen con su dedo acusador.
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